Jaime Lusinchi: el patriota olvidado

Jaime Lusinchi (Clarines, Anzoátegui, 1924), fue presidente de Venezuela de 1984 a 1989. En ese período, asumió, dirigió, sorteó, sobrellevó y resultó triunfante en el único episodio contemporáneo (en los últimos cincuenta años), en el que el país estuvo al borde de la guerra, con su vecino, Colombia. Fue un patriota que ganó ese episodio.

Molesta sobremanera ver como los venezolanos tenemos una memoria cuya fecha de caducidad es elevadamente cercana y novelerista. Sólo recordamos a Lusinchi por el «caso de los Jeeps» y los sonados casos de corrupción que se destaparon en su mandato. Si bien es cierto que fue irresponsable al permitir que su vida personal se mezclase con sus acciones de gobierno, no es menos importante su actuación hace 25 años, cuando demostró su capacidad política como Jefe de Estado. Lusinchi fue Comandante En Jefe de una Fuerza Armada Nacional respetada y capaz. Cien mil efectivos se movilizaron para repeler la violación de la soberanía.

Sí. El 9 de agosto de 1987 una embarcación de guerra de la Armada Colombiana, la ARC «Caldas», ingresó a aguas territoriales venezolanas haciendo labores de «vigilancia» en la llamada «zona económica exclusiva». El patrullero ARV «Libertad» detectó la incursión, avisó a sus superiores, exigió a la corbeta retirarse hacia el norte, y se pasó a estado de «alerta» de conflicto. Aviones F-16 despegaron entonces de la Base Aérea «Rafael Urdaneta» de Maracaibo, y el Golfo de Venezuela se convirtió en zona de posible guerra.

Desde Colombia, el presidente Virgilio Barco, desplegó su escenario de conflicto (que amplió hasta Nicaragua, según el maravilloso libro La corbeta solitaria, de Jorge Bendeck Olivella, Grijalbo), y movilizó hasta un submarino, el ARC «Tayrona», para apoyar tanto a la Caldas, como a la ARC «Independiente», que llegó a relevar a su hermana.

Se dispararon misiles de alerta, y se movilizaron las siguientes unidades de tropa: el batallón «Bravos de Apure» al norte del río Limón; a posiciones estratégicas los batallones de infantería «Arismendi» y «Girardot» y el grupo de artillería «Freites»; el batallón de ingenieros «Carlos Soublette», el batallón de apoyo «José Escolástico Andrade» y el grupo de artillería lanza cohetes múltiples «José Gregorio Monagas» fueron colocados en «Alerta Máxima». De inmediato, embajadores y presidentes se reunieron en Caracas y Bogotá. Simón Alberto Consalvi, a la sazón, canciller venezolano, entregó una nota diplomática al embajador colombiano en Caracas en la que advierte de «riesgo militar inminente».

Pudimos ir a la guerra porque, como se ha determinado en innumerables ocasiones, el acto fue una provocación de Colombia. Una provocación estudiada y predeterminada. Estábamos a tiro fácil de los colombianos que a simple vuelo, hubiesen podido destruir el corazón económico de Venezuela: Maracaibo y la zona de explotación del Campo Costanero Bolívar, entre Cabimas y Lagunillas. Están ahí, de paso, en esa zona, las refinerías de Bajo Grande, Cardón y Amuay, (que no estaban unificadas), y el Complejo Petroquímico «El Tablazo». La segunda ciudad del país en zona de guerra. Consecuencias devastadoras.

El 17 de agosto las tensiones llegaron a su punto clímax: Caracas ordenó hundir la corbeta ARC «Independiente». Pero la embarcación se retiró de la zona, previo pedido e intercesión del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA), Joao Baena Soares y del presidente de Argentina, Raúl Alfonsín. Bogotá transigió.

Ya el 19 de agosto el impasse estaba solucionado. No fuimos a la guerra, pero estuvimos a punto. Lusinchi obtuvo una victoria internacional aplastante y un respaldo de los países latinoamericanos. No se cortaron relaciones diplomáticas con Bogotá, ni se retiraron embajadores. La política externa se manejó, en ese momento, con gran altura, dirigida por profesionales diplomáticos. Tuvimos un acto de guerra y respondimos con otro.

El 9 de agosto debería ser recordado ese episodio, condecorado el capitán Alfredo Castañeda (del ARV «Libertad»), todos los oficiales superiores involucrados en el hecho, el canciller Consalvi, el presidente Lusinchi. Los hombres cometemos errores, pero así como tenemos máculas tenemos vetas de luz. El manejo de la crisis del Caldas es uno de los diamantes que Lusinchi puede lucir en la frente. No calla sus desaciertos pero lo convierte en el único presidente de la Venezuela democrática, sometido a semejante desafío.

Me pregunto qué pasaría, si una situación como esa estallase en la actualidad. Si por menos hemos retirado embajadores, cerrado fronteras, y enviado diez batallones a la frontera, cómo sería si se metiese un barco de guerra extranjero y nos diésemos cuenta.

Hace 25 años demostramos que teníamos una Fuerza Armada capaz e inteligente. Aviones F-16, tanques, misiles, cañones, lanchas de reconocimiento, patrulleros. Había cerebros militares. Vale preguntarse si hoy los tenemos. Pero más allá de eso, valga el reconocimiento al presidente Jaime Lusinchi, quien mantuvo la posición venezolana soberana y legítima, pero no puso en riesgo, ni un momento, la vida de millones de venezolanos civiles residentes en las zonas cercanas.

Angel Mendoza Zabala. / CNP: 19.492

Acerca de angelmendozazabala

Periodista (Universidad Rafael Belloso Chacín, Maracaibo, 2006). Escritor, Finalista del IV Premio Planeta Casamérica (Valparaíso, Chile) 2011 con "Positivo" (Planeta, 2011). Premio Nacional de Literatura "Freddy Hernández Álvarez" 2012 (Barcelona, Venezuela) con "Leopoldville". Melómano crónico, con recurrencia diaria. Venezolanómano convencido.
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7 respuestas a Jaime Lusinchi: el patriota olvidado

  1. Carlos Alberto dijo:

    El Capitán de fragata Alfredo Castañeda Giral nunca fúe condecorado, ni tampoco tripulante alguno de la ARV PC-14 Libertad, esa fué una de las razones de su retiro en 1988 de la armada…la unica conderación la recibió el estandarte de la PC-14 «Orden al Libertador en su cuarta clase»…algo paradójico ya que la corbeta hizo lo que hizo por sus bravos marinos…

  2. Carlos Alberto dijo:

    Creo que el Comandante Castañeda Giral fué claro al exponer en su libro «El día que iba a Lanzar el Misil» los motivos de su retiro de la FAN, lo político prevalecio sobre el patriotismo y el deber del soldado, cito…»Pero quizás la mayor tragedia para las FAN, radica en la ausencia de convicción guerrera; de que ellas son un aparato creado por el Estado para hacer la guerra en defensa de la patria, por su puesto no para agredir a otras naciones…..Pero las cosas fueron por otro camino, y lejos de esa preparación militar, el objeto fué la pantalla, el parapeto, el engaño a si mismos y al pueblo; que inocente nos ha creido debidamente preparados para defender sus vitales intereses»…por último el Comandante Castañeda Giral se pregunta » ¿Anima acaso el politiquero nuestro, intención alguna de luchar por la preservación de la soberanía nacional?…¿Serán capaces los políticos que nos han llevado a este cuadro de quiebra general, de anteponer a sus ansias mezquinas de poder y riqueza, el interés por preservar los intereses supremos de la República?…por eso creo que anteponer a un gobierno tan corrupto como lo fué el de Jaime Lusinchi como héroe olvidado…no está en los cabales, los verdaderos héroes fueron el Comandante y los bravos marinos de la PC-14 ARV «Libertad»…en esos duros días de agosto de 1987…

    • Uno de los comentarios que recibí fue que la historia se escribe en mayúsculas y minúsculas. Las acciones de la Fuerza Armada Nacional fueron comandadas por Jaime Lusinchi, junto al alto mando militar de entonces. Cuando hablo de patriotismo, me refiero precisamente a eso. No puedo yo criticar al comandante Castañeda Giral, tendrá sus fundadas razones para generar este tipo de juicios. Particularmente no creo que haya sido una acción «pantallera» una tramoya de Caracas para ganarle una a Bogotá, porque Virgilio Barco (un hombre profundamente colombiano y defensor de su nacionalismo) no se hubiese prestado para tal cosa, mucho menos cuando habría elecciones cercanas y no ganaría absolutamente nada.
      No niego que los verdaderos héroes son los militares de la PC ARV «Libertad» (incluso, critico que ni antes ni ahora hayan sido reconocidos), pero los militares venezolanos siguen una formación profundamente prusiana, reciben órdenes y las cumplen. Es cierto lo que usted señala cuando hacce mención de la profunda corrupción que rodeó al gobierno de Lusinchi, pero es innegable su accionar positivo en este sentido, así como en otros. En el gobierno de Jaime Lusinchi fue en el que se inauguraron mayor número de hospitales del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (sólo en Maracaibo se inauguraron el Adolfo Pons y el Manuel Noriega Trigo), se siguió construyendo la línea 1 del Metro de Caracas, se consolidaron obras y servicios públicos, se construyó el embalse de Clavellino en Sucre (y con él, el acueducto y suministro permanente de agua a la Isla de Margarita). No puedo justificar otras acciones, pero considero que la democracia venezolana por ser imperfecta era sana, no había una cosmovisión de que éramos un país perfecto, existía la crítica, la contraloría y hasta un presidente salió destituido de su cargo por un evento poco claro, muy distante situación de la que existe ahora cuando los casos de corrupción ni siquiera se investigan.
      Las agencias internacionales de noticias reseñaron que Lusinchi salió del poder con una altísima popularidad, afincada precisamente en sus logros, en los éxitos que tuvo su gobierno. El caso «Caldas» es complejo, pero como expliqué al final en mi artículo, no se puso en riesgo a la población zuliana porque paralelo a las medidas de zafarrancho e intimidación, la diplomacia venezolana actuó eficiente y profesionalmente(muy diferente a lo que sucede ahora entre Caracas y Bogotá).
      El manejo comunicacional posterior a la salida de Lusinchi del poder recibió dos líneas de acción claras: la de los copeyanos, y la del llamado «perecismo», el ala «novedosa» de Acción Democrática dirigida por los rostros «frescos» en esa época (1987-1988): Lewis Pérez, Claudio Fermín y Antonio Ledezma. (Para más información le recomiendo la lectura del libro «La Rebelión de los Náufragos» de Mirtha Rivero). La ruptura Pérez-Lusinchi se produce cuando el primero increpó al segundo en un CEN de AD, sobre la asendencia (meteórica) que presuntamente había adquirido la señora Blanca Ibáñez en su gobierno. Desde ahí, desde las cúpulas del gobierno de Pérez se contribuyó a satanizar la ya desvaída imagen de Lusinchi.
      La memoria venezolana es de corta vigencia y estamos acostumbrados a hablar de un hombre y no de equipos de gestión. Mañana, no podremos negar que fue el gobierno de Hugo Chávez quien homologó las pensiones del Seguro Social con el sueldo mínimo y se masificó su aprobación y entrega. Puede que Carlos Rotondaro tenga méritos allí, pero no lo recuerda nadie, porque el coronel retirado forma parte del equipo de Hugo Chávez. No podemos negar que el gobierno de Luis Herrera Campíns ha sido de los más grises, económicamente hablando significó el inicio del descubrimiento de la debacle, pero no puede olvidarse que bajo su gobierno, los venezolanos amanecimos a nuestros principales hitos culturales: el Teatro Teresa Carreño fue culminado e inaugurado en esta gestión. De la misma manera sucede con Betancourt, con Leoni, con Caldera, con el mismo Pérez. Las líneas de opinión pública nacionales tienden a sólo recordar los errores de ciertas gestiones de gobierno. Nadie recuerda (o poca gente) que esos equipos tuvieron episodios de gloria. Creo que el «triunfo» venezolano en el caso Caldas también le pertenece a Lusinchi.
      Avíseme cómo puedo conseguir el libro del Comandante Castañeda Giral.
      Reciba mis saludos.

  3. Carlos Alberto dijo:

    Si, quizá juzgamos desde el punto de vista económico, político, social…de lo realizado por el gobierno de Lusinchi en aquella época….por su puesto no podemos olvidar que era el comandante en jefe del las FAN….. tocando otro punto.. recuerdo que el Comandante Castañeda Giral también se hizo esa pregunta en el libro, ¿Que había tras la incursión de la corbeta Caldas…que razones motivaron a Bogotá para tomar esta acción?..patriotismo…medir la respuesta de nuestras FAN…desviar la atención…ganar votos.?..muchas suposiciones que quedarán sin respuesta….
    Angel, de verdad muy grato haber tocado este tema amigo, que pareciera olvidarse en el tiempo..envíame tu correo ya que pude conseguir el libro en formato PDF…con gusto te lo puedo enviar…también sería interesante conseguir la versión colombiana de «La Corbeta Solitaria» del Ing. Jorge Bendeck Olivella…fué ministro de Barco para la época, analizar un poco la otra parte…
    Recibe mis saludos
    Carlos
    caberocam@gmail.com

  4. Yo siempre he creído y concluido que se trató de medir la respuesta de Caracas. No olvide que Venezuela no conoce experiencias de guerra contemporáneas contra otras naciones (aunque se empeñen en decir ahora que nos quieren invadir). La constitución de 1961 estableció como precepto que Venezuela es un territorio de paz «y no se permitirá la instalación de bases militares de potencia extranjera alguna», texto que heredó la actual carta magna, y que no se repite en muchas constituciones a nivel mundial. Colombia sí sabe mucho de manejos militares porque el nivel de actividad de su Fuerza Armada es mucho mayor al de la criolla. Barco quiso saber qué haría Caracas, tomando en cuenta que el principal tesoro nacional está a tiro de piedra de Colombia desde las instalaciones militares de Ríohacha, Santa Marta y Valledupar. El libro del Ingeniero Bendeck refiere el capítulo de las reacciones colombianas, conocido el nacionalismo colombiano, de apoyo a Barco, pero también de las condenas. No se discutía en aquel momento que el partido Liberal pudiese perder las elecciones (aún quedaba mucho para 1990 y ni se imaginaban que las cosas tomarían ese rumbo con Galán y Gaviria). Pero si condenaron, sobre todo el diario El Tiempo, lo que calificaron como una «ligereza» de Barco. Por supuesto, la condena internacional sobre Colombia fue unánime, de hecho, las naves venezolanas no abandonaron su posición, la corbeta ARC Independiente se retiró luego de la orden de la Casa de Nariño. Fueron Raúl Alfonsín (presidente de Argentina) y Joao Baena Soares (Secretario General de la Organización de Estados Americanos) los que intermediaron en la situación por dos cosas claves que no expongo en el artículo, y que salen a colación a raíz de la profundización que hemos hecho usted y yo sobre el tema. La primera es que una posible acción bélica implicaría respaldo irrestricto de las Farc a Bogotá (inusual pensarlo), y atacarían Venezuela con su guerra de guerrillas. La segunda es que Venezuela estaba reconocida como una democracia super sólida, al punto de haber mediado en todos los conflictos latinoamericanos desde 1962 (aproximadamente). Barco, sin embargo, sorteó esos escollos porque estaba comenzando su gobierno, Lusinchi estaba en el ocaso del suyo.
    Lo que sí está claro es que, como le comenté en la respuesta anterior, tendemos a olvidar los aciertos de los gobernantes porque los acallan los errores. Llegamos a tal punto en Venezuela, que aquí se armó una diatriba enorme por una estatua de Juan Vicente Gómez (un busto más bien), que hay en el aeropuerto de Santo Domingo del Táchira (Base Militar de Paramillo). Que Gómez haya sido todo lo que fue, no le quita su empeño en traer la aviación civil al país ni el mérito de haber profesionalizado a la Fuerza Armada Nacional ni el otro, por muchos olvidado, de haber comunicado por vía terrestre a Venezuela (lastimosamente, muchas de las vías que construyó hace casi 100 años, son las mismas que ahorita nos conectan). Puede que Medina haya sido un pusilánime, eso no le resta sus éxitos, o que Gallegos se haya empeñado en no creer que podían derrocarlo, eso tampoco le resta. Fíjese usted cuán lejos estamos de la civilidad, que Bogotá tiene una biblioteca con el nombre de Virgilio Barco, un edificio precioso en el parque Simón Bolívar, y aquí todavía produce urticaria hablar de Herrera, Pérez o Lusinchi. A cada quien sus méritos. Mi correo es el angelmendozazabala@gmail.com. Saludos

  5. Lucrecia Morales García dijo:

    Estimados señores: yo tengo ambos libros: «El día que iba a lanzar el misil» y «La Corbeta Solitaria», Aparte, tuve la suerte de conocer personalmente al Capitán de Fragata Alfredo Castañeda Giral y de escuchar su versión, de primera mano. Soy venezolana, de Maracaibo, estado Zulia; politóloga e investigadora en el área de la Integración Regional y Fronteras. Excelentes ambas disertaciones. Habría escrito más, pero ustedes se han explayado suficientemente y con gran brillantez. Saludos.

  6. Fulvio Godoy dijo:

    Es curioso que quienes critican a los gobiernos anteriores, señalan con vehemencia, una veces con razón y otras muchas sin ella, una serie de errores, defectos, fallas o como se les quiera llamar, cometidos durante esos años; pero lo verdaderamente sorprendente es que ignoren o evadan que esos «errores» se siguen cometiendo, pero ahora con mayor gravedad, con otros actores y otra retórica pero con efectos devastadores. Basta ver lo vulnerable que están nuestros espacios fronterizos y el actual problema con la Guyana britańica es demostración fehaciente, nuestro gobierno durante estos 15 años nunca objetó, más bien alentó una veces con el silencio y otras con el verbo (el mismo Chávez expuso su cubanizada visión del problema) la usurpación guyanesa del territorio Esequibo, ahora bien en el colmo de la desfachatez sino que ahora también otorga concesiones en aguas venezolanas y sobre las cuales nunca estuvo en duda a quien le pertenecían…¿Y quienes son los entreguistas y corruptos? No contentos con eso a Guyana, a través del ruinoso Petrocaribe, se le entrega petróleo casi a nivel de regalo, mantiene una deuda que no paga y encima se le compra arróz con sobre precio ¿Y nuestro interés nacional?…Volviendo al tema del artículo, el presidente Lusinchi tuvo muchos desaciertos y su gobierno al final demostró ser desastroso, pero es innegable que en su momento defendió el territorio nacional…cosa que algunos «sargentones» actuales están lejos de hacer.

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